Disparidad de normativas para la gestión de residuos sanitarios
La clasificación de los residuos sanitarios, en siete clases, se hace atendiendo a los componentes que los forman y a las características de los mismos. (2005)
Residuos de Clase I o II:
Dentro de la primera clase se incluyen los residuos generales que se producen como consecuencia de las actividades cotidianas de los centros de salud: papel, cartón, comida, vidrio, mobiliario, restos de jardinería. No son considerados biosanitarios, pues pueden proceder de actividades llevadas a cabo en el hospital y que no estén en relación directa con pacientes (recepción, oficinas, cafetería...)
La clase II engloba todos los residuos biosanitarios que no se pueden clasificar en las otras clases. Son residuos biosanitarios por que sí se generan por el contacto directo de pacientes pero se consideran asimilables a urbanos por no haber estado en contacto con líquidos biológicos o pacientes infecciosos. Dentro de esta clase nos encontramos con residuos muy diversos como guantes de análisis, vendas, viales, ampollas, mascarillas, pañales...
Tanto los residuos de la Clase I como los de la Clase II son inocuos, no revisten ninguna peligrosidad, por lo que pueden ser almacenados, recogidos y tratados de la misma manera que se gestionan los residuos urbanos y mediante los mismos servicios, que suelen depender de los propios Ayuntamientos.
Así los residuos de Clase I pueden clasificarse para su posterior reciclado de la misma manera que se hace en nuestros domicilios, separando vidrio, papel-cartón, envases y materia orgánica. Los pertenecientes a la Clase II, sin embargo suelen ser depositados directamente en vertedero.
Residuos de Clase III
En esta Clase se incluyen todos los residuos biosanitarios no asimilables a urbanos, es decir aquellos que se consideran infecciosos, han estado en contacto con líquidos biológicos o presentan alguna de las siguientes características:
- Han estado en contacto con fluidos de los pacientes, como las placas, tubos de cultivo de sangre, bolsas de sangre desechadas...
- Son pequeños restos anatómicos que no entren en la ley de policía mortuoria. Su consideración de residuos especial se debe más que a su potencial peligrosidad, al posible impacto que tendría su hallazgo en un vertedero.
- Son objetos punzantes o cortantes, aunque procedan de enfermos no infecciosos. En este caso se trata de residuos que además deben ser recogidos en contenedores especiales y rígidos.
- Son animales de laboratorio o sus restos.
Todos estos residuos están catalogados como peligrosos por lo que deben seguir procesos de gestión especiales, dependiendo del tipo de residuo del que se trate. Para llevar a cabo esta gestión existen una serie de empresas autorizadas por la Consejería de Medio Ambiente de la cada Comunidad autónoma. Estas empresas suelen elaborar un plan de gestión específico para los residuos generados en cada hospital o centro que les contrate, adaptándolo a cada situación.
La cuestión de los contenedores es especialmente importante en esta gestión ya que deben cumplir una serie de especificaciones técnicas que aseguren las máximas condiciones de seguridad. Puesto que la separación de estos residuos se lleva a cabo por el propio personal sanitario es muy importante que esté informado del sistema de gestión de residuos que se lleva a cabo en su centro. Por ello es habitual que las propias empresas gestoras desarrollen dentro del plan de gestión específico cursos de formación y concienciación entre los empleados del centro, asegurándose así de que conocen las diferencias entre contenedores y concienciándolos para su correcto uso.
De esta manera no solo se aumenta la seguridad del propio personal, si no que se disminuyen los costes de gestión, puesto que los residuos de clase III son los más caros de gestionar y en total, si se separan correctamente suponen menos del 10% de todos los residuos generados en hospitales.
Esto residuos se recogen en contenedores homologados, de un solo uso y con cierre hermético, lo que facilita y hace más seguro su manejo y transporte. Deben ser impermeables a líquidos y suelen estar asociados a un color determinado que facilita la identificación. Sin embargo los códigos de color dependen de la empresa gestora, lo que complica el proceso en caso de que exista un cambio en la gestión.
Cada contenedor debe estar correctamente identificado con una etiqueta en la que se refleje el centro donde se han generado los residuos, la empresa encargada de su gestión y el tipo de residuo que contiene, así como los pictogramas que establezca la ley para el residuo. En el caso de los residuos de la Clase III el pictograma consiste en tres medias lunas sobre un círculo, acompañado de la palabra ‘Biopeligroso’.
Una vez separados del resto de los desechos estos residuos son trasladados a plantas de tratamiento especiales donde se procesan para anular su peligrosidad. Este tratamiento consiste generalmente en la esterilización de los residuos mediante diferentes técnicas entre las que se incluyen la incineración, el tratamiento con microondas, la pirólisis, y la esterilización mediante vapor y presión. Una vez esterilizados los residuos, su manejo ya no reviste ningún problema por lo que son triturados y enviados a vertedero.
Residuos de Clase IV
Dentro de este apartado se incluyen los cadáveres y restos humanos de entidad suficiente para ser reconocidos como tales. La gestión de estos residuos no depende directamente del hospital o centro sanitario, ya que es desarrollada por una división especial de la Policía Mortuoria.
Residuos de Clase V
Son los residuos químicos que se generan en los laboratorios y otros departamentos del hospital. Están caracterizados como residuos peligrosos por la legislación vigente y deben ser gestionados por empresas autorizadas para ello. Estos residuos suelen ser manipulados por personal especializado de los centros por lo que su separación y correcta gestión es más sencilla que en otros casos.
Residuos de Clase VI
En este grupo se encuentran los productos denominados citotóxicos, compuestos tóxicos utilizados generalmente para el tratamiento de enfermedades muy concretas como el cáncer. Estos residuos también necesitan una gestión especializada que asegure su correcta separación, envasado y tratamiento. Por lo general se generan en muy pocas cantidades, pero cualquier material que entre en contacto con ellos pasa a considerarse residuo de Clase VI, por lo que la mayoría de lo que se recoge (en volumen) en estos contenedores son guantes, botes y cualquier material utilizado para la preparación del medicamento. Los contendedores de recogida presentan características muy similares a los de los residuos de Clase III, aunque presentan un código de color diferente que permita su diferenciación.
También la codificación por pictogramas difiere de la encontrada en los contenedores anteriores, ya que en este caso consiste en una letra C mayúscula en color blanco, dentro de un triángulo equilátero de color rojo, incluido en un rectángulo de color negro. El texto asociado es el de Citotóxico, escrito en color blanco dentro del rectángulo negro.
Estos residuos se suelen gestionar por las mismas empresas que gestionan los residuos de la Clase III, pero su gestión es totalmente diferente, ya que no son infecciosos y su peligrosidad se debe a su toxicidad. El tratamiento normalmente consiste en la neutralización del componente activo y la incineración de la mezcla resultante.
Residuos de Clase VII